En primer lugar, porque la Biodiversidad tiene un valor intrínseco y, en segundo lugar, porque las interacciones que ocurren dentro de los ecosistemas originan procesos tales como: la purificación del aire y del agua, la descomposición de los desechos, la generación y renovación de la fertilidad del suelo (todos los ciclos biogeoquímicos), la estabilización del clima de la Tierra y la moderación tanto de las inundaciones, como de las sequías, de las T° extremas y de la fuerza del viento.
Por otro lado, es la que provee al ser humano de innumerables servicios ambientales gratuitos, los cuales históricamente han sido la base de las civilizaciones. A través de ellos se ha desarrollado la agricultura, la ganadería, la construcción, la medicina, etc. Si estos recursos desaparecen, además de interferir negativamente en las funciones ecológicas esenciales, estarían amenazados seriamente los suministros de alimentos, agua, materias primas y las fuentes de energía que utilizamos a diario.
Con nuestros modelos actuales de consumo y contaminación, estamos rompiendo el delicado equilibrio de los ecosistemas y debilitando su capacidad para hacer frente a los desastres naturales. Las fuentes de vida de nuestra árida provincia no escapan a esta situación y se encuentran en un grave peligro.
Si lo pensamos detenidamente, la pérdida de la Biodiversidad, es el único impacto ambiental que es IRREVERSIBLE. Cuando una especie se extingue, no hay absolutamente nada que podamos hacer para recuperarla. Además, se ponen a corto plazo otras especies en peligro por estar en relación directa con ella, y a largo plazo las que están en relación indirecta. Es que la distribución de las tareas necesarias para el mantenimiento de los ecosistemas es muy compleja y requiere de la actividad de todos sus componentes. Cuantas más especies vivan en un ecosistema, más productivo y estable será este, y mayor probabilidad tendrá de recuperarse ante un desequilibrio.
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